lunes, 19 de septiembre de 2016

OCTAVO ESCALÓN: GRAN VÍA ALICANTE RUNNING DAY


OCTAVO ESCALÓN: GRAN VÍA ALICANTE RUNNING DAY

#MMALICANTE2016



15 de mayo de 2016


Correr doce medias maratones en doce meses, no es solo correr esas doce carreras..., son doce meses de no dejar de entrenar ni un solo día, porque el día de descanso también es un día de entrenamiento y todos esos kilómetros seguidos al cabo de unos meses se notan.       



En este escalón me acompañaban mis "chicas de oro" y no solo lo hicieron el día de la carrera sino en cada entrenamiento de este mes, Conchi, Bea y Sole decidieron lucharlo a mi lado.          

Soy muy consciente del esfuerzo que hicieron por estar a mi lado, pues para Bea, éste fue su estreno en la distancia media maratón y se enfrentó además a superar el miedo a esta primera vez; para Conchi el reto consistió en superar la distancia, sin el dolor de sus rodillas y para Sole, armarse de coraje y enfrentarse a una distancia que le traía malos recuerdos..


Para mi fue todo un lujo correr con ellas, llevar esta escolta a estas alturas del reto donde ya mis fuerzas empezaban a flaquear física y psicológicamente fue todo un chute de energía positiva.        



El domingo antes de la carrera, fue nuestra última tirada larga, salimos bien temprano Sole, Bea, Pepe y yo a rodar por uno de los recorridos clásicos aquí en Lorca de unos 17-18 Km., a un ritmo lo más parecido al que llevaríamos en la media maratón, hablando de vez en cuando, pues nos faltaba Conchi, el "alma-mater" de nuestras "chácharas".., a la altura del kilómetro 12-13 sentí ese pinchazo sordo encima de la cadera derecha, como esas banderillas que se le ponen a los toros, torcí no solo el gesto sino también mi forma de correr...
Las chicas estaban fuertes y yo no quería parar, pero llegó un momento en que pensé que a ese ritmo no podría volver a casa, así que lo bajamos y el dolor pasó de la parte de atrás de la cadera, al muslo, a la rodilla y al pie..., cada vez que mi pie derecho tocaba el suelo era como pisar las alfombras de púas de los faquires ..
Llegué a casa asustada, estiré y pase toda la tarde tumbada en el sofá, pero el dolor no cesaba, y mi cabeza solo pensaba en que éste era el final, incluso redacte mentalmente mi despedida de este reto de 12 medias maratones en 12 meses.
No quería defraudar a nadie, ni a mi familia, ni a mis amigos, ni a mis "chicas de oro" que luchaban por este escalón, ni a mi sensei, ni a mi equipo, ni a Down-Lorca, pero por quien más me dolía era por mí misma..
Al día siguiente ya con el pie vendado y pasada la revisión con el físio, el diagnostico fue claro, por evitar la lesión inicial llevaba otra lesión más.., esta vez en los peroneos; mi pierna derecha estaba hecha un cuadro: piramidal, sartorio, tensor de la facia lata, recto anterior, soleo.. y lo que más me preocupaba en este momento, los peroneos.., tratamiento: Reposo absoluto.


Los días pasaron lentos, muy lentos, con la sensación de llevar como una espada de Damocles encima, ¿que hacia?.., ¿me retiraba ya o intentaba esa carrera?; poco a poco el dolor cesaba, pero que yo no lo sintiera con esa fuerza, no significaba que no estuviese allí..


Yo no quería abandonar, así que convencí a todos, incluida yo misma, que lo intentaría una vez más, y si después de todo tenía que abandonar lo haría en carrera..

Ese día no solo llevaba puesta la equipación de este equipo #retoyosipuedo, sino que llevaba además vendas protegiendo esos peroneos, y el piramidal y cada poro de mi piel olía a esa crema de masajes mentolada.



Nos subimos los cinco en el coche (Bea, Conchi, Sole, Pepe y yo) nerviosos, sobretodo yo, sin parar de hablar y  dando mil vueltas a la cabeza, llegamos a Alicante, donde nos reímos sin parar a la hora de aparcar pues fue casi misión imposible.

Por regla general suelo ser un manojo de nervios en cada carrera, sea la distancia que sea, creo que es el hecho de ponerme el dorsal lo que hace disparar los latidos de mi corazón y pese a las bromas, las fotos y todas las risas pre-carrera, nada hace que ese latido se normalice.


Gracias a mi compi de trabajo Alfonso teníamos los dorsales y allí mismo en la salida nos hicimos fotos con el otro Alfonso del reto, parecíamos un equipo grande..






Íbamos preparados y mentalizados en que en esta carrera el calor y la humedad, serían un factor muy a tener en cuenta, pero ya en la línea de salida, sin ni siquiera dar un paso, ese calor se notaba bastante. Sonó el pistoletazo de salida y todo se llenó de confeti a nuestro alrededor, Pepe volvió a colocarse a mi lado y a decirme como siempre ese: "aquí estamos!!!, vamos a por ella!!".       

Conchi y Bea corrían a unos pasos por delante, yo iba  flanqueada a ambos lados por Pepe y Sole y un poco más atrás lo hacían los dos Alfonsos...




El recorrido de esta media maratón consistía en dos vueltas a un mismo circuito, en el que una parte transcurría por mitad de la ciudad donde se imponía una tremenda subida y la otra parte lo hacía por el paseo marítimo hasta llegar a la explanada de España donde se situaba el arco de meta, pasando por una subida tremenda a pleno sol por encima del paseo.

Antes de completar esa primera vuelta y una vez pasada toda la subida, llegamos a una rotonda gigante donde el hijo de Sole esperaba apostado en la acera para ver pasar a su madre, recuerdo el grito de Sole diciendo su nombre, su sprint para salir a darle un beso y el chute de energía que a través de ella sentimos todos.

Pasamos por la segunda subida, encima del paseo marítimo a pleno sol y nos dimos cuenta de que esa segunda vuelta sería bastante dura, menos mal que había duchas que te rociaban a pasar.       

Al llegar a la Explanada de España se separaban las distancias, los que hacían los 10 kilómetros giraban a la derecha adentrándose en el arco de meta y los que hacíamos la media seguíamos adelante para afrontar la segunda vuelta, recuerdo que las chicas comentaron que esa debería ser su llegada y fui consciente una vez más del tremendo esfuerzo que estaban haciendo acompañándome.      

Aquello me dio fuerzas para superar la segunda subida por la ciudad a pesar del dolor que ya tenía por toda la pierna derecha; fue allí donde nos cogió Alfonso que siempre corre estas distancias de menos a más y fue el encargado de cogernos el agua en los avituallamientos y de animarnos en este duro tramo.

De pronto la rodilla de Conchi entró en escena y ella no pudo seguir el ritmo, la dejamos atrás muy a nuestro pesar, aunque yo sabía que ella no se retiraría que seguiría luchando, (más tarde nos contó que incluso había corrido hacía atrás para aliviar ese dolor de la rodilla)..

Seguimos corriendo en grupo Sole, Bea, Alfonso, Pepe y yo avanzando por la subida del Paseo Marítimo y al girar y bajar nos cruzamos con Conchi y Alfonso, nos gritamos como locos dándonos ánimos, y me sentí tremendamente feliz de comprobar que no había tirado la toalla, que seguía adelante.


Llegando casi al kilómetro 20 después de superar ese duro tramo del paseo marítimo, sentí como el cordón de mi zapatilla derecha se deshacía, todos seguían el ritmo, pero yo tenía que parar a atármelo; me incliné sobre el pie derecho, até el cordón y al incorporarme de nuevo, la cabeza esta vez ya no me acompañó.., me sentí mareada, como si estuviese borracha y el estómago se me puso del revés, si me quedaba algún hilo de fuerzas se me perdió en ese momento.

Cerré los ojos y al volver a abrirlos lo único que tenía claro era que tenía que seguir corriendo, a Pepe no le hizo falta hablar conmigo, supongo que se dio cuenta de que algo no iba bien y se pegó a mi lado.. pensé en mis hijos, los fui visualizando a cada uno de ellos como si estuviesen en ese momento a mi lado, vi a mi hijo Pepe luchando en la cancha de baloncesto con los brazos en alto, rojos por los arañazos de los chicos rivales, a mi hijo Luis capitán de su equipo de futbol-sala dando órdenes al equipo y gritándome: ¡vamos mama!, y a mi hijo Miguel llegando a la meta con su labio ensangrentado después del codazo que recibió en la salida, los visualicé a los tres luchando y en ese momento mi cabeza hizo un "clic" y pese al mareo, al dolor de la cadera extendido por toda la pierna derecha, el calor, la humedad, y el cansancio logré seguir corriendo.
Noté el brazo de Pepe pegado al mío, dirigiendo mis pasos, Bea, Sole y Alfonso rodeándonos; Sole no dejaba de mirarme y preguntarme como estaba, sólo quedaba un kilómetro, pero creo que fue el kilómetro más largo de había hecho hasta entonces...


Entramos todos juntos cogidos de la mano avanzando por esa alfombra roja hasta cruzar la meta...





Al entrar en meta mi cuerpo dejo de funcionar y caí al suelo, recuerdo las caras de susto, la ambulancia, reconozco que yo también estaba asustada, pero me recuperé rápidamente fue un susto, pero esta carrera me dio además de una experiencia más, una buena lección: estaba lesionada y tenía que reconocerlo, tenía que escuchar los gritos que mi cuerpo me estaba dando y por mucha ilusión que tenía por llegar al final de este reto, tenía que parar.







"Recordar este día valientes, pues nadie podrá arrebatároslo jamás" #300




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